HISTORIA
-¿Habéis mirado alguna vez al cielo, viendo figuras reconocibles entre las nubes?
-Recuerdo que con 15 años, me enamoré perdidamente de una compañera de clase. Lo era todo para mi. No dormía, apenas comía y solo pensaba en ella.
-Como es normal a esa edad, un buen día me dejó por otro.
-Recuerdo haber llorado mas de lo imaginable. Recuerdo haberle pedido mil explicaciones: ¿por que me dejas? y ¿que tiene el otro que no tenga yo? Etc.
-Lógicamente nunca recibí una respuesta que pudiera consolarme.
-Recuerdo también, como una tarde, con el corazón destrozado y sin mas lágrimas que derramar, me dirigí a un acantilado, me senté en el borde del muro, y esperé a tener el valor suficiente como para arrojarme al vacío.
-Fue entonces cuando, mirando al cielo, creí ver su hermoso rostro feliz entre las nubes. Sonreí, y en contra de lo que pueda parecer, no me acabé hundiendo mas en mi propia miseria. Me sentí extrañamente dichoso.
-Fui consciente de la enorme suerte que había tenido, al compartir un trocito de mi vida con una persona tan maravillosa. No me entristecí mas por haberla perdido. A cambio, si que disfruté de mis recuerdos. De cada segundo a su lado.
-Llegué a la simple conclusión, de que es mejor enamorarse perdidamente de una persona, y perderla, que no haber amado nunca a nadie.
-Cuando al fin levanté mi culo del duro adoquín, volví a elevar la vista al cielo.
-Pude ver a una hermosa águila surcando libre los cielos.
-Fue entonces cuando descubrí que no hay que buscar recuerdos entre las nubes.
Hay que vivir y amar intensamente a la persona elegida, sin obsesionarse por lo que pueda durar la relación. El secreto esta en amar, no en ganar o perder, ni en cuanto va a durar la relación. Simplemente, disfruta del amor mientras esta ahí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario