viernes, 24 de abril de 2009

PLANETA SECO (oleo sobre tela)




HISTORIA
-Probablemente debió sentarme mal la cena. Tantos langostinos del “Carrefour” (de oferta) a la plancha no pueden ser buenos. Más si los has acompañado con mayonesa aliñada con ajos y regados con un cava “Dubois”. Lo cierto es que me desperté sobresaltado y sudoroso, debido a la terrible pesadilla que acababa de tener:
A nuestro querido planeta Tierra se le acababa de romper la capa que nos protege del espacio exterior, como si de una burbuja de cristal se tratara. La consecuencia fue, que toda la masa oceánica de que disponemos, se escapaba por ese agujero, desperdiciándose en el universo. Lo curioso del sueño era, que todo el preciado líquido no se diseminaba por el espacio, sino que iba a parar a una especie de laguna inerte en medio de la nada, creando a su vez una nueva vida de carácter vegetal en el agua.
La paradoja de la pesadilla era, que la destrucción del planeta acababa dando nueva vida, como si de algo bueno se tratara…
-¡Uf, Que mal rato!
-Suerte que solo fue una pesadilla.
-A partir de ahora no volveré a cenar copiosamente jamás.
( y menos los langostinos de oferta del “Carrefour”)

viernes, 17 de abril de 2009

Angel justiciero (Óleo sobre tela 110 x 95 cm.)

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HISTORIA

-Poco quedaba (o nada) de aquella joven inocente que era, cuando a las puertas del cielo rendía cuentas de su vida. Llegó con dieciséis años truncados por una violación y asesinato. La pequeña localidad de Méjico que la vio nacer, había sido a su vez el escenario que la vio morir. Su error, ser una muchacha de inusual belleza. Soñaba con ser una exitosa modelo. Se quedó en un bonito cadáver.
Con el paso de los años, allá en los cielos, supo lo que es sentir la injusticia divina. Cuanto mas discutía con el mismísimo Dios sobre la necesidad de escarmentar a sus verdugos -ya no por el crimen que se cometió con su persona, sino por los que cometían a diario- mas ignorada se veía. Las palabras de su dios, no hacían más que indignarla. Por que lo que oía una y otra vez, era que los pecados del hombre en la tierra, tienen su castigo en el día del juicio final. Nunca antes. Tomó la decisión de ajusticiar ella a los culpables. Bajó de los cielos, pero a medida que descendía, el color blanco impoluto de sus alas, se tornó en un negro azabache, y el bonito cabello rubio, se volvió blanco como la nieve. Nada importaba ya. Su decisión había sido meditada largamente. Llegó a su destino y envió un fuego abrasador a la tierra que la había visto nacer. Nada ni nadie sobrevivió. El castigo había sido definitivo. Ahora, a las afueras de la ciudad, sentía en sus espaldas el calor del fuego, en sus hombros el peso de las muertes que ella había causado, y en su alma, la paz que nadie le supo dar. El precio que pagaría, era vagar por toda la eternidad como un ángel proscrito, condenado a no regresar jamás a la paz celestial. Así lo había decidido.
-Seguiría impartiendo justicia por su cuenta.